Archivos del Autor: Paul Bussey

El legado olvidado de Sinclair y Investrónica en España

De   12 junio, 2025

Inves Spectrum+: la versión autorizada del Spectrum+ hecha en España

Últimamente he estado investigando la historia del Sinclair ZX Spectrum en España y he encontrado algunos datos sorprendentes que incluso los fans más veteranos del retro quizás no conozcan. Todos recordamos a Investrónica como el distribuidor oficial de Sinclair en nuestro país, pero su papel fue mucho más que el de un simple intermediario.

Investrónica no solo trajo los productos de Sinclair a nuestras tiendas: ayudó a dar forma al éxito del Spectrum en España, participó en el desarrollo de hardware, localizó contenidos y facilitó el nacimiento de una de las escenas de 8 bits más creativas de Europa. Aquí repasamos algunos capítulos poco conocidos de ese legado.

La entrada de Sinclair en España fue frenada por la burocracia

Mientras que en Reino Unido el ZX Spectrum revolucionaba los dormitorios adolescentes en 1982, en España tuvimos que esperar. Las estrictas leyes de importación y las políticas proteccionistas dificultaban la entrada directa de productos electrónicos extranjeros.

Fue gracias a la experiencia de Investrónica navegando la burocracia española que el Spectrum pudo empezar a venderse legalmente en tiendas españolas—primero como importación, y más tarde con documentación y soporte adaptados.

El ZX Spectrum 128 se lanzó primero en España

Sí, como lo lees. En 1985, Investrónica colaboró directamente con Sinclair para desarrollar y lanzar el ZX Spectrum 128Kmeses antes de que llegara a las tiendas británicas. Su nombre en clave era Derby, y fue diseñado pensando en el usuario español: más memoria (128KB), chip de sonido dedicado (AY-3-8912), y conectividad RS-232/MIDI.

Para muchos de nosotros, el 128K no fue una mejora, sino nuestro primer Spectrum. Y nació aquí, en España.

Investrónica ofreció una línea de soporte técnico

Mucho antes de los tutoriales de YouTube, Investrónica habilitó una línea telefónica nacional de soporte técnico para usuarios de Sinclair. Si tenías problemas con LOAD "", errores de BASIC, o el cassette no cargaba, podías llamar y recibir ayuda real.

Fue una jugada inteligente que generó confianza y ayudó a que muchas familias no abandonaran su experiencia informática a la primera dificultad.

Más allá de la distribución: manuales, teclados y localización

Investrónica no se limitó a traducir cajas. Participó activamente en la localización completa del producto. Desde manuales en castellano hasta teclados con disposición española o superposiciones adhesivas, cada detalle importaba.

También colaboraron con editoras para que más software estuviera disponible en nuestro idioma—algo clave para los usuarios más jóvenes (¡y sus padres!).

Erbe y la revolución de los 875 pesetas

Aunque no fue obra directa de Sinclair ni de Investrónica, vale la pena recordar el papel de Erbe Software, que en 1987 redujo drásticamente el precio de los juegos del Spectrum a solo 875 pesetas (unos 5 €). Esta decisión marcó un antes y un después: los juegos se hicieron accesibles para todas las familias y se frenó la piratería.

El resultado fue una segunda juventud para el Spectrum en España, cuando ya en otros países comenzaba su declive.

España convirtió el Spectrum en arte jugable

Quizás recuerdes cargar La Abadía del Crimen, Game Over o Phantis—juegos que en su momento dejaron a muchos con la boca abierta. Estudios como Dinamic, Topo Soft y Opera Soft demostraron que en España no solo se jugaba—también se creaba.

Con gráficos ambiciosos, dificultad legendaria y un estilo propio, estos títulos marcaron época y elevaron al Spectrum como lienzo artístico.

El Spectrum ayudó a alfabetizar digitalmente… en silencio

A diferencia del BBC Computer Literacy Project británico, España no tuvo un plan estatal para llevar los ordenadores a las casas. Aun así, gracias a programas como Connecta el micro, pica el start (TV3) y a la cultura DIY, el Spectrum sembró las semillas de una generación de programadores, técnicos y creativos.

Investrónica facilitó ese proceso haciendo del ordenador algo accesible, cercano y útil para toda la familia.

Reflexión final: un legado cocinado entre dos países

El éxito del ZX Spectrum en España no fue casualidad. Fue fruto de la colaboración entre Sinclair e Investrónica, de una cultura que se apropió del micro británico y lo convirtió en algo propio.

Desde la legalización del producto hasta el lanzamiento pionero del 128K, pasando por la localización, el soporte técnico y el impulso al software nacional—España dejó su huella en la historia del Spectrum.

¿Y tú? ¿Cuál fue tu historia con el Spectrum?

¿Compraste tu Spectrum en El Corte Inglés? ¿Llamaste alguna vez al servicio técnico?

Cuéntanos tu historia en los comentarios o comparte este artículo con alguien que también vivió la era dorada del Spectrum en España. ¡Entre todos, mantenemos vivo este legado!

Del Apolo al Spectrum: El salto de la exploración espacial a la informática doméstica

De   12 mayo, 2025

Arriba: la interfaz del ordenador a bordo del módulo lunar del Apolo: el AGC y un ZX Spectrum más moderno.

Cuando el Apolo 11 aterrizó en la Luna en julio de 1969, marcó uno de los mayores logros de la humanidad. Pero también encendió la mecha de una revolución más silenciosa y duradera: el auge del microordenador doméstico. Mientras el mundo observaba a los astronautas dar sus primeros pasos en la superficie lunar, otro grupo de ingenieros y soñadores comenzaba a imaginar cómo esa misma potencia de cálculo que guió una nave espacial podría acabar en un escritorio… o incluso en la mesa de la cocina.

De los cohetes a las placas base

En el corazón de cada nave del Apolo estaba el Apollo Guidance Computer (AGC), desarrollado por el Laboratorio de Instrumentación del MIT. Aunque primitivo según los estándares actuales, era una maravilla para su época: con solo 2 KB de RAM y un procesador a 1 MHz, navegaba con fiabilidad por el espacio.

Este ordenador no era un lujo: era esencial para la misión. El AGC introdujo conceptos innovadores que luego se trasladaron a la tecnología civil, como las interfaces en tiempo real, la programación modular y los circuitos integrados confiables. De hecho, el programa Apolo fue uno de los primeros en adoptar circuitos integrados a gran escala, lo que ayudó directamente a abaratar su coste y a mejorar su disponibilidad comercial.

El efecto dominó del silicio

El programa Apolo generó una enorme demanda de sistemas informáticos ligeros y eficientes. Esa demanda impulsó la investigación y aceleró el desarrollo de técnicas de fabricación de chips. Sin este empuje, es poco probable que los microprocesadores de los años 70 hubieran llegado tan rápido… ni tan baratos.

A mediados de los 70, empresas como Intel y MOS Technology producían microchips asequibles como el 8080 y el 6502. Estos chips se convirtieron en el corazón de una nueva ola de microordenadores personales: el Altair 8800, el Apple I y el Commodore PET.

El vínculo entre el Apolo y estas máquinas puede no parecer evidente a primera vista, pero muchos de los ingenieros detrás de los primeros ordenadores personales se inspiraron en la NASA. Habían visto los alunizajes cuando eran adolescentes y construían sus primeros circuitos electrónicos soñando con la exploración espacial.

Arriba: un circuito integrado temprano del ordenador que controlaba la nave espacial del Apolo.

El ZX Spectrum y la democratización de la informática

Avancemos hasta principios de los años 80, y el ZX Spectrum aparece como símbolo del acceso masivo a la informática. En comparación con el AGC, era un salto técnico notable:

  • 48 KB de RAM frente a 2 KB
  • Procesador a 3,5 MHz frente a 1 MHz
  • Gráficos en color y sonido frente a ninguna salida visual o auditiva
  • Menos de 1 kg frente a los 32 kg del AGC

Y, sin embargo, el Spectrum era un juguete en comparación con el propósito del AGC. Este guiaba astronautas a través del vacío espacial con sus vidas en juego. El Spectrum entretenía y educaba, despertando la curiosidad en dormitorios de todo el mundo. Pero ambas máquinas nacieron de la misma semilla: la idea de que la potencia informática podía ser compacta, resistente y, con el tiempo, accesible.

Un legado de código y curiosidad

Las misiones Apolo no solo trajeron rocas lunares. También trajeron una mentalidad. Una que afirmaba: con la suficiente creatividad, los ordenadores no tenían por qué ser salas llenas de cables, sino herramientas cotidianas. Ese espíritu fluyó directamente hacia los pioneros de la informática doméstica, decididos a llevar máquinas potentes al alcance de todos.

Sin el Apolo, quizá habríamos llegado igualmente a la era del microordenador. Pero habría tardado más, y habría sido mucho más cara. La misión lunar no solo aceleró nuestro viaje por el espacio, sino también nuestro salto al mundo digital.


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