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¿Por qué nos gusta lo retro? (Parte 1)

De   25 septiembre, 2024

Una pregunta aparentemente tan sencilla no tiene, a priori, una fácil respuesta. Y no solo hablamos de ordenadores y videojuegos, sino a todo lo que añoramos o que nos gustaba de los años 70, 80 o 90(nuestra infancia), como pueden ser juguetes de todo tipo, música, películas o merchandising. Éste articulo lo dividiré en tres partes, con el siguiente contenido:

Esta primera dedicada a los Microodenadores y videojuegos retro, por que nos siguen gustando y lo que supuso para nosotros.

Una segunda parte, que publicaré mas adelante, será dedicada a aquella cultura retro alejada (o no tanto) de nuestras maquinitas.

La tercera y última la dedicaré a las conclusiones que he sacado, donde haré una comparativa de lo retro y lo actual.

LOS MICROORDENADORES. NUESTRO INICIO EN LOS VIDEOJUEGOS Y LA INFORMÁTICA

Lo que hace que nos guste todo lo antiguo es, en mayor medida, que nos retro-trae a nuestra infancia. De los recuerdos que guardamos de cuando éramos críos, uno de los mejores y que más recordamos es sin ninguna duda , cuando entró en nuestra casa nuestro primer ordenador o consola.

Aún sin ser el que le habíamos pedido a nuestros padres, sería como aquel club de futbol del que formábamos parte y que defenderíamos en los patios de colegio. En el caso de que accediesen a comprártelo tus padres, SIEMPRE con la excusa de que te iba a servir para estudiar, tu interés real era jugar (casi el único motivo), y por el hecho de que a tu vecino ya se lo habían regalado la navidad anterior. Hoy día es habitual ver a los jóvenes que tienen ordenador y varias consolas de la misma generación, no dándoles mayor aprecio, como única motivación el de acaparar material y especular con él. Antes tenías suerte si disponías de una tele de 14 pulgadas en tu habitación el ordenador.

Los que tuvimos la suerte de poseer un microodenador en los ochenta (la generación del EGB), vivimos la primera globalización en el mundo de los videojuegos. En una época sin internet ni youtubers, teníamos el mismo, o incluso más acceso a los videojuegos. El kiosko era lugar habitual todos los meses para comprar la Micromanía (la tamaño periódico) o la revista especializada, como la microhobby, que te regalaban cintas con cargadores, demos o juegos completos con su caratula para «recortar» . De no disponer de dinero (lo más habitual dado que éramos unos críos), siempre podíamos ir a ojearla en la biblioteca del barrio, donde de paso fomentábamos la lectura.

Los videojuegos empezaban a popularizarse, y pese tener ordenadores menos con menos prestaciones que las que llegarían más adelante, los programadores de la época hicieron alarde de imaginación, sacando juegos de los más variopinto y de todo tipo de géneros, adaptándose a la máquina y no como viene sucediendo desde hace muchos años con el PC.

Lo más curioso es que cualquier niño tenía fácil acceso a la más alta tecnología de la época: con tan solo 25 pesetas podías jugar a una máquina recreativa de un salón o bar cercano. Y también al juego portátil; de hecho, cualquiera podía disponer de varias maquinitas Hand-helds, máquinas simples y económicas, con las que Nintendo marcaría el camino de las futuras consolas portátiles.

Era realmente importante el hecho de que, para comprarte un juego, no tenías que salir del barrio. Si encontrabas a tu padre generoso, podía comprarte a 875 pesetas, o incluso a 395, una cinta a elegir de esos expositores mal llamados «de gasolinera», de los que también encontrabas en el videoclub, tienda de electrónica o papelería de turno.

Y aprovechando la compra semanal que tus padres hacían en el PRYCA o CONTINENTE, aprovechabas la oportunidad de ver la sección de juegos, para ver las novedades en caja grande o los ordenadores funcionando.

En una misma colección teníamos tanto ediciones económicas como varias Deluxe, con diferentes y atractivos formatos.

El hecho es que tener un micro en los ochenta te daba mas facilidades para hacer amigos, con la oportunidad de intercambiar juegos prestados, y luego copiártelos en tu doble pletina. Y sí, también teníamos decenas de cintas TDK de 90 minutos llenas de juegos, pero las copias de amiguetes no impedía tener una enorme colección de juegos originales de todo tipo.

Una cosa valorábamos mucho y se perdió, fueron los packs de juegos y recopilatorios, en su mayoría con ediciones de lujo en caja grande, con unos artes y añadidos que poco tenían que envidiar a las ediciones originales y que fomentaban su venta con solo pequeño un incremento en el precio final.

Ya para terminar, indicar que en los años 80 las máquinas que predominaban en los hogares eran los Spectrum, Amstrad CPC, Commodore 64 y MSX, por aquello de convencer a los padres. Y muchos usuarios, tras hacer sus pinitos entre pokes y cargadores, acabaron estudiando o dedicándose profesionalmente a la informática o los videojuegos.

Raro era quién tenía una Atari 2600, y o incluso consolas como Nintendo o Master System, que no se harían populares hasta entrado 1990. Éstos debido a la enorme colección de juegos en cintas de que disponíamos y los precios a los que estábamos acostumbrados. Las consolas clónicas de la 2600, y sobre todo, de NES como la NASA, con sus falsos cartuchos de 100 juegos (20 en el mejor de los casos), facilitaron la transición. Pero eso es historia para otra ocasión…